Cruzaba en diagonal la plaza aquella
que nos supo cintura con cintura,
y como una aparición, santo y tonsura,
tú imagen, la de ayer, mi cándida doncella;
los dos nos detuvimos, como una estrella
que estalla, su bella, su pasada donosura;
y ambos nos contemplamos la figura
que el tiempo derritió como centella;
una sonrisa apenas; la arruga no destella
y aquel ¿cómo te va?, fútil grosella
que un tiempo nos vio unidos placenteros,
apenas fue un minuto, seguiste tu destino
y yo volví a mi suerte por el viejo camino
hurgando besos tiernos en sombras de senderos .
construido a las 11,51 del 28 de agosto de 2010.
Rodolfo Leiro
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