Y me metí en mi cuerpo cierto día
por una vena que sangraba presa,
de la emoción que dejó de ser ilesa
para mostrar la herida que era mía.
En el circo imparcial de la utopía
que suele caminar sobre mi mesa,
circulé la versión jamás impresa
de transitar mi interna cofradía;
y vagué en un silencio y melodía
del concierto sagaz que me ofrecía
el síntoma o prez de otra materia,
y tengo para mí, la rara sinfonía:
¡hallar mi propio rostro en una fría,
inescrutable fronda de mi arteria!
Construido a las 14,23 del
13 de agosto de 2012 para mi
Libro “Hebras de Plata”