Desde el capitolio astuto donde abrevo mi silencio,
la comparsas inmutables de las lágrimas sagradas,
las estatuas de ficciones que me miran asombradas
y los lujos que me ciegan, este sitio donde pienso,
entre un clan de catecismo y el aroma del incienso,
de los griales, de los coptos, de las luces apagadas,
de las pilas bautismales, siempre listas, alertadas
en un pleno de suspiros, en el soplo del suspenso;
miro el tráfago del orbe, su dinámica en ascenso
este absorto dinamismo que mi lírica condenso
entre rostros que se hurtaron en pupilas amargadas,
y me arrojo a mi litera, en catarsis de descenso,
procesión de calaveras en un cenotafio inmenso
y que gritan su contento en rugientes carcajadas..
….
Construido a las 3,04
del 23 de enero de 2011.
Para “Rimas insolentes”
Rodolfo Leiro
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