No especulé jamás con las gabelas
que devengan diademas y dinero,
abrí mi corazón, en un rimero
que dispersé en alcurnias o favelas;
me brindé por entero, como estelas
que bordan la emoción o el film postrero,
no me importó ser último o primero,
cuando enfrenté la calma o las procelas;
yo puse en cada verso mis gacelas,
volqué en cada soneto, sin tutelas,
mi sentir de poeta, por entero;
cuando suelte la mano de mi suerte,
me entregaré sin pena, que la muerte,
será el postrer abrazo que ya espero.
Construido a las 6,36 del martes
5 de enero de 2009
Rodolfo Leiro