Como un índice perfecto, expresivo y militante
que señala el norte cierto de mi tímida divisa,
intenté, ícono cóndor, alas briosas color prisa
inmersarme de improviso en un mundo navegante;
sobre un verbo, oficiando de gallardo comediante,
en mi espalda la chabola de mi férvida sonrisa,
y llevando en mis alcurnias un clamor de pitonisa
y en mi pecho mi liturgia que fue docta traficante;
busqué un alba encendiendo su farola fulgurante,
y acercándome a su rostro como un sino cabildante
le ofrecí mi pecho pleno de gorrión y de Artemisa;
y un destello de vocablos fatuo eléctrico y tajante
inundaron los espacios en armónica de amante.
Llevo el alba lujuriosa en el fiel de mi cornisa.
Construído a las 16,23 del
22 de octubre de 2010.
Rodolfo Leiro.
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