martes, 8 de diciembre de 2009

ARTÍCULO EN "NUEVO CICLO"



VOZ FIRME DE UN ESCRITOR DE BOEDO (BARRIO DE Buenos Aires, República Artgentina) CUNA DE LA LITERATURA REALISTA EN ARGENTINA Y PROPULSOR DE LOS LIBROS ECONÓMICOS PARA LAS CLASES POPULARES.




Rodolfo Leiro acusa más de 80 años y una vigorosa entereza para llevar adelante su vocación de escritor, con más de 40 libros publicados, casi todos ellos con el esfuerzo propio y la dignidad de una vida humilde.

En el mes de junio de 2009 edita un CD, que generosamente –al igual que hace con sus libros – distribuye entre sus amigos, bibliotecas, escuelas e instituciones sin fines de lucro, con algunos trabajos suyos no editados, glosas, artículos, que recopila baho el bello nombre de “Esquinas de Musas”
Nuestro interes en este caso está relacionado con la introducción que realiza y que no es más que la dolora experiencia que soportan, desde hace mucho tiempo, los escritores alejados de los círculos mediáticos.
Una verdadera denuncia sobre el maltrato que son sometidos de parte de editoriales, libreros, etc. Nos dice Rodolfo Leiro:


INTRODUCCIÓN

Los enormes costos para la edición de Libros en mi vieja y querida República Argentina, alcanzan ciertas veces guarismos demenciales.

A ello hay que agregar la escasa y casi nula disposición de las Editoriales, no siempre dispuestas a cumplir sus compromisos de información acerca de los lugares donde se encuentran los libros para la venta, la falta de liquidación de los que pudieren haberse vendido y algunas librerías a las que el autor, coloca algunos libros en consignación y luego, cuando llega el momento de liquidarlos, “no los encuentran”, los pierden”, “le avisaremos”, estamos de balance de libros”, venga un poco mas adelante” “déjeme su teléfono que lo llamaremos”....

Y cierta vez, en Galería París, de la calle Rivadavia, en el barrio de Caballito, ante mi comentario a la señora que mantenía su negocio de venta de libros:

¡“Estoy con suerte, señora, se vendieron mis libros”!

Si, pero no pagamos los libros de escritores no conocidos...

¿Cómo?

Confórmese con que se los hemos vendido.......

Así se trata al escritor, al Poeta, en mi Argentina.

Así se tima con frecuencia a los creadores.

Allá por 1994, en la librería ubicada en calle Rivadavia a una cuadra del Parque Rivadavia, coloqué directamente en consignación varios ejemplares de mis libros, seducido por sus amplias vidrieras y la exposición de volúmenes de muchísimos autores.

Dos días después, un imperioso llamado telefónico me hacía saber que debía retirar con urgencia mis libros.

Quise suponer que mis libros de habían convertido en petardos que explotarían toda la manzana.

Cuando concurrí, la señorita que me atendió, amablemente, me dijo, casi con ciertos atisbos de lástima:

Por favor señor, le devuelvo sus libros....

¿Puedo preguntarle por que, señorita?

Es que, si no vienen directamente de la editoriales no podemos venderlos, ya que corremos el riesgo de que no nos entreguen más libros en consignación....

La indefensión del Escritor frente a la avaricia de las editoriales asume proporciones de asombro, lo que significa, lisa y llanamente, la desidia de las autoridades para amparar con una Ley los derechos de los hombres que hacen de la péndola su vocación de legar a la posteridad sus creaciones, en beneficio de la Cultura nacional, que pareciera no haberse evadido de aquel fatídico slogan que en 1945, no solo conmovió las calles porteñas, sino que enlutó este viejo corazón ante lo que significa ¡y persiste todavía!, un agravio no fácilmente tolerable.

“¡Alpargatas sí, Libros no”!

Dentro de mis escasas posibilidades económicas, he podido editar hasta la fecha, algo mas de cuarenta títulos, en escala reducida, a tal punto que no se sobrepasan los doscientos ejemplares, un guarismo muy pequeño para poder darse a conocer en el mundo de las letras, considerando la obligación que tenemos los escritores de intercambiar libros, los que corresponden a bibliotecas, colegios, parientes cercanos y amistades cimentadas en años.

A lo que se une la dramática circunstancia de que, para enviar sus libros al exterior, las tarifas postales han asumido proporciones que anulan toda posibilidad de darse a conocer.

En innumerables oportunidades mi palabra, especialmente en la presentación de libros, se ha referido a esta circunstancia, pidiendo aunque fuese un subsidio que permita una rebaja directa en las tarifas, para los casos de escritores que remiten directamente sus libros fuera de las fronteras de la República.

¡Cuesta mas el franqueo que el valor del libro!

¡A ello se agrega que las tarifas se apoyan en que, cuando mas pesado es el libro, mas paga!

Debería ser a la inversa, es decir, a mayores gramos corresponden tarifas reducidas.

Las tasas pasan de 100 a 200 gramos, de 200 a 500.....en una escala tramada por gente que lo mueve la ambiciosa eclosión de la recaudación-

¿Tenemos una Secretaría de Cultura?

Hace muchísimos años, mas de cincuenta, que no he visto una sola persona con capacidad y entereza suficiente para subsanar este despropósito que vulnera al escritor, lo declina, lo enerva, lo sumerge en el tapiz incestuoso de la impotencia.

¿Recurrir a las grandes Redacciones y su fastuosa utilería?

¡Ni lo intente!

¡Ni mis denuncias a la sección “Cartas de Lectores” se publican!

¿Representa o no representa un acto de censura?

Simplemente, he querido dejar impresas estas circunstancias, para que los hombres de cultura del futuro, sepan como debieron luchar los poetas y escritores del presente.

Las puertas están cerradas, con hermético cuidado, para que no se filtre un nombre ajeno a los que digitan quienes deben ser difundidos y a quienes los enrolará el silencio.

El silencio es también una de las deleznables formas de la censura.

Editorial Planeta, con crecidos lauros como señeros difusores de cultura.

Fue también en la década de 1990.

Concurrí con diversos libros de mi autoría, con la intención de dejarles una muestra de la forma en que encaro las intrigas y tramas de mis novelas y una cantidad de títulos pendientes, para tratar de interesarlos en la edición de mis libros.

¡No logré pasar la puerta de entrada!

¿Señorita, por que no puedo entrar?

Si no tiene audiencia no puede hacerlo y por otra parte tenemos suspendidas las recepciones de libros....

Señorita, le dijo con este aire entre irónico y humilde con que suelo enfrentar a los eclécticos personeros del hermético cenáculo que asila el mundo de las letras:

“Si yo me llamara Mariano Grondona o Mirtha Legrand, usted no me cerraría la puerta”.

Disculpe señor, no puede pasar.....

Y cuando yo me vaya:

¡Les niego el derecho de insertar unas palabras de epitafio en el momento de ingresar lo que fue una vida a la guaca feroz del crematorio!

Contra estas lamentables circunstancias, debe luchar el escritor de nuestros días, salvo que tenga buenas relaciones y una abultada bolsa de peniques.

¿El talento?

No siempre representa la libela normal de la Cultura.

Tantas veces he dicho que al “ talento también hay que empujarlo”...

Por último, quiero dejar constancia que cuando me dirigí al Fondo Nacional de las Artes, en la calle Alsina, para pedir un préstamo para editar uno de mis títulos pendientes, a pesar de que en aquel momento tenía cerca de 20 títulos editados a nivel casero, se me pidió la firma de dos propietarios.....

¿Usted supone que un propietario va a poner en riesgo su casa para dar el aval a un desconocido escritor?

¡Rodolfo Leiro pregunta, porque no encuentra respuestas!

Por ello, queridos amigos, amables lectores, afables lectoras, me he decidido que estas glosas, para que no finen en el anonimato, las insertaré en un CD para que, al menos, alguna biblioteca las conserve, alguna mano amiga la guarde, algún coleccionista la lleve a sus anaqueles, algún investigador le encuentre el destino de un estante de biblioteca sediento de cultura....

Dejo pues impreso en este CD, mi enérgica protesta envuelta en las volutas de mi diáfana palabra.

Tal vez, en el futuro, los nuevos escritores, poetas, cuentistas, encuentren algún filamento de apoyo....

Me decido a comenzar con mi primer glosa, inédita, aunque algunas se han publicado en asténicos cuadernillos porque el autor carecía, como carece hoy, de fondos suficientes para intentar nuevas ediciones de libros.

Y aquellos que puedo editar, se imprimen bajo mi compromiso personal de préstamos particulares en que no se encuentra ausente el círculo soez que representa el vocablo: “oneroso”.

¿Qué como hago para pagar mis créditos?

Le sugiero hacer lo mismo, mi amigo, mi querida amiga:

¡Le niego algunas raciones a mi famélico cuerpo!

www.nuevociclo.com.ar

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